Última entrega publicada

Final del capítulo IV: Remilgos de falsa familiaridad


48ª ENTREGA y última de las publicadas en este blog: Un rato como aquel bien valía una reprimenda.

          —Perdona —le recogió los mechones de los lados en una caricia—. No he podido evitarlo. Y sigo sin poder…
Pero Esperanza en un rápido movimiento se alejó dos metros, para rehacerse la coleta. Un coche asomó por la entrada, pasó por delante de ellos y se detuvo unos metros más adelante.  Se bajó un matrimonio mayor, desconocidos. Saludaron y se alejaron hacia la fuente. Esperanza y Luis se miraron; cada uno podía leer en la cara del otro el fastidio de que se hubiera roto el encanto. Esperanza propuso marcharse y Luis asintió. 
—Dios, son casi las seis —dijo Luis ya en el coche—. ¡Cómo se ha pasado el tiempo! Y creo que tiene que ver contigo.
Ella sonrió, pero enseguida demudó a un semblante serio.  
—Luis… ¿te tienes que ir esta tarde?
—Me tenía que haber ido esta mañana —se quedó detenido en el paisaje de su cara que no quería olvidar—. ¿Querías saber por qué no me he ido?  —Le acarició la mejilla—. Esta es la causa. —Y sin embargo se iba, pensó Esperanza, pero no lo dijo. Luis continuó—: ¿Sabes? Me gustaría tener una foto tuya para actualizar de vez en cuando este momento hasta que nos volvamos a ver.
—Pues aquí creo que no tengo ninguna. Si me escribes, te mando una. Pero te costará otra tuya.
En el trayecto al pueblo se hicieron repetir cinco veces la dirección. Luis detuvo el coche en las primeras casas y se volvió para mirarla.
—¿Cuándo nos volveremos a ver? —dijo Esperanza. No era una pregunta sino la expresión de una lacerante incertidumbre que le quebró la fortaleza en una sonrisa de lástima.
—No lo sé. Yo ya tengo ganas. Pero, si no nos hemos visto antes, para las próximas fiestas sin falta, ¿vale?
Esperanza asintió. La melancolía empezaba a comerle terreno. No podía alargar más ese momento ingrato.
—Bueno, que tengas buen viaje. Y recuerda que estaré esperando tu carta.
—Vale.  Pero te advierto que la literatura no es lo mío. Soy de ciencias.
—No importa, me bastará con saber de ti —forzó una sonrisa.
Un último gesto cómplice, dos besos en las mejillas y se bajó del coche para mezclarse entre el bullicio de gente que volvía de la fiesta taurina.

Al llegar a casa, Esperanza encontró a la abuela Desamparados sentada en su mecedora de siempre con aquel libro viejo de religión de pastas remendadas de tela negra. Su tía leía una revista. Las caras de las dos anunciaban tormenta. Instintivamente se pasó la mano por la boca temiendo que fuera demasiado evidente el beso de Luis, por el fuego que todavía sentía en sus labios.
—Válgame Dios, hija mía, desde que te fuiste a las doce, ¿dónde te has metido? —dijo la abuela.
—Por ahí, dando un paseo —respondió con vaguedad.
—Ha estado aquí tu prima Mati preguntando por ti, para que os fuerais a las vaquillas —se anticipó su tía Maxi por si utilizaba a su prima como excusa.
—¿Y con quién has estado todo este tiempo? —inquirió la abuela Desa.
—Con Luis. Hemos ido a dar un paseo.
—¿Con Luisito, el del médico? —le salió un agudo a la abuela seguido de una mirada cómplice hacia la tía Maxi.
—Sí, él también ha comido en casa de Alicia y después nos hemos ido a dar un paseo.
—¿Y dónde habéis estado?
—En la ermita.
—¡Digo! Nada menos que en la ermita. ¿Solos? —puso definitivamente la abuela el grito en el cielo.
—Sí, ¿qué pasa? —la abuela con sus manías, y ella sin ganas de seguir aguantando el interrogatorio.
—Pues pasa, hija mía, que eso no está bien. ¿Qué haces tú sola con un muchacho por ahí? Cualquiera que te haya visto, ¿qué pensarán?
—Anda abuela, no seas anticuada. No pasa nada por pasear con un amigo —trató de controlar el genio.
—¡Jesús, qué tiempos! —hizo un gesto despreciativo—. Ni novios, antes, cuanto ni más irse con un amigo. Digo, a la ermita nada menos. Allí sola con un zángano.
—Bueno, había allí un matrimonio ya mayores —mintió en parte para mitigar la preocupación de su abuela—. Y no pasa nada por estar allí charlando un rato. Que vosotros siempre os ponéis en lo peor.
—Vamos, hija —movía la cabeza inquieta—, que ya no eres una chiquilla. Y debes saber lo que está bien y lo que está mal. Y a mí no me gustaría que fueran diciendo por ahí de una nieta mía…
—Pero, ¿qué tienen que decir, abuela, que me estaba paseando con un chico? —dijo enfadada.
—Bueno, ya está bien madre —intervino la tía Maxi—. Que tampoco es para tanto. Ahora la gente joven es más abierta y no le dan tanta importancia a esas cosas como se le daba antes.
          Aprovechó el cable de la tía Maxi para marcharse a su habitación. Aquella discusión no iba a empañar el rato tan maravilloso que había pasado. La abuela todavía seguía rezongando.

6 comentarios:

  1. Genial, engancha nada más empezar. Enhorabuena y muchas gracias por compartirla.
    Estaremos en la presentación.
    Un abrazo y mucha suerte en esta nueva andadura de escritor.

    ResponderEliminar
  2. Gracias, Beni. Deseo que detrás del comentario no haya solo el aprecio, que sea verdad. Bah, yo voy a creérmelo. Y que me quiten lo bailao...

    ResponderEliminar
  3. Miguel Ángel Guirao Moral31 de agosto de 2014, 13:35

    Mi muy querido amigo:
    He sido testigo de excepción de la dedicación y esfuerzo que te ha supuesto en tu silencioso mundo, en tu ruidosa mente que ardía en deseos de ver publicada esta obra excepcional, que por fin esta tarde, he podido ver con portada y contraportada, con una breve reseña sobre tu vida profesional extraordinariamente fructífera, fruto de tu inteligencia y saber hacer en tu andadura académica y laboral.
    Esperaba con ansiedad verla publicada, para leerla con fruición, cosa que ya he hecho con los primeros párrafos, que ciertamente enganchan y animan a leerla. Decía un conocido escritor en una entrevista en televisión, que toda obra tiene algo de autobiográfica, y eso espero. Hace ya más de dos años que nuestras vidas se cruzaron de forma repentina por motivos que a nosotros nos resultan obvios, y he de confesar que me llamó la atención una cosa de tu persona, que no es otra que tu inteligencia emocional y cognitiva. Desde aquel primer abrazo, en el que te dije "querido amigo", sentí que necesitaba conocerte mejor y por eso espero que tu libro me descubra lo que hay dentro de esa cabeza tuya, preclara e inteligente. Necesito que me adentres en el mundo serrano que conozco de forma tangencial, cada vez con más bisectrices que hacen que nuestras vidas a través del vinculo familiar y de la amistad, se entrecrucen más. Considero una suerte que eso sea y siga siendo ya una realidad perdurable en el tiempo.
    Reconozco que no me considero un lector más de tu novela, aún incipiente en mis manos; muy al contrario, voy a ser crítico y desinteresadamente benévolo cuando así lo requiera su lectura. Voy a buscar paralelismos con otros autores y tendré la oportunidad de departir mis comentarios contigo, personalmente, y a través de este medio si se me hace necesario. De momento, puedo confirmarte mi presencia en la presentación en Úbeda, donde una vez más te mostraré mi aprecio personal y si conviene al caso, mi admiración como autor de esta novela que ha de acompañarme en mis momentos de ocio más especiales.
    Recibe mi enhorabuena por la publicación, que como todos los libros buenos, son como un difícil parto sin anestesia peridural. Los autores creo que como los padres, sufren por sus hijos y sus libros antes incluso de que vean la luz primera en las manos de quien ha de leerlos, pero las satisfacciones de tus lectores serán como las cosas buenas que los hijos nos dan. Un cordial saludo. Siempre tuyo, Miguel Ángel Guirao Moral, admirador de tu persona y pronto de tu obra que se adivina apasionante.

    ResponderEliminar
  4. Querido Miguel Ángel: Qué sorpresa más grata tener noticias tuyas y que además sea por este blog. Te advierto que he estado confundido por un momento porque no me había quedado con tus apellidos, pero al final te he descubierto. Fuiste una de esas ausencias que eché de menos pero justificadas. Me alegro que te vaya gustando lo que aparece en el blog. Estoy deseando de que la leas y tener tus comentarios por este medio y también delante de unas cervezas.
    Gracias, Miguel Ángel. Un abrazo.

    ResponderEliminar
  5. Enhorabuena por la novela, simplemente genial!!!
    Me engancho desde el primer capítulo y gracias por los buenos momentos que he pasado con su lectura.
    Con un punto de nostalgia al terminarla porque me quedaron ganas de más, espero que tengas previsto un segundo libro.
    Estaré en Úbeda en la presentación del libro.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias, Teresa, porque no me ves pero he crecido unos centímetros a lo ancho leyendo tu comentario. A ver si salimos de esta y empezamos otros proyectos que se me quedaron en el tintero con los recortes que hube de hacer. Desde luego que me alegrará verte en la presentación. Invita a la gente que consideres que le pueda gustar. Allí nos vemos.

      Eliminar